1 dic 2012

Fiesta en Honor al Señor y a la Virgen del Milagro

Del 6 al 15 de septiembre de cada año Salta se viste de fiesta para dar lugar a uno de
los festejos religiosos más multitudinarios, no solo de la provincia sino del país. Se
trata de la Fiesta en Honor al Señor y a la Virgen del Milagro, una de las principales
celebraciones que se desarrollan en el Norte Argentino.

Esta tradición encuentra sus orígenes en una vieja leyenda que cuenta que en el año
1592 el Obispo de Tucumán Fray Francisco de Victoria (ya habiendo terminado su
mandato pastoral y estando instalado en España) concretó la donación al pueblo de Salta
de la imagen de Cristo Crucificado. La misma sería para la Iglesia Matriz de la ciudad.
Pero la llegada de la imagen a tierras americanas desde España fue milagrosa, según
cuentan los relatos provenientes de aquella época.

En junio de 1592 la imagen llegó flotando a Perú en un cajón, precisamente al Puerto
de El Callao, con un cartel que rezaba “un Cristo Crucificado para la Iglesia Matriz de
la Ciudad de Salta”. En otro cajón se encontraba una imagen de la Virgen del Rosario
junto a otro cartel que decía “Una Virgen del Rosario para el Convento de Predicadores
de la ciudad de Córdoba. Lo curioso es que nunca se supo qué embarcación trajo a los
cajones desde España y qué fue de ella.

El Virrey de Perú, Don García Hurtado de Mendoza, ordenó que se enviaran las cajas
a los respectivos destinos. Una vez que llegaron a Lima las imágenes viajaron en mula
hasta Salta, incluida la virgen que quedó ahí y nunca llegó al sitio que proclamaba la
nota que la acompañaba. Una vez en Salta el Cristo Crucificado fue depositado en la
sacristía de la iglesia durante casi 100 años.

En septiembre de 1692 se produjeron en Salta una serie de temblores que devastaron
la zona y destruyeron localidades enteras como la ciudad de Esteco. Fue entonces
cuando el Padre José Carrión tuvo una revelación. Dicen que escuchó una voz que
decía que mientras no sacasen en procesión al Santo Cristo abandonado, no cesarían los
terremotos. Así, el 15 de septiembre de 1692 el Padre guió al pueblo de Salta a sacar
en procesión a la imagen y una gran multitud clamó misericordia. En ese momento
acabaron los temblores. El milagro ya se había producido. Pero no todo acabó allí
porque cuando algunos fieles regresaron a la iglesia, casi en ruinas por los terremotos,
descubrieron que la virgen había quedado intacta al pie del altar, tres metros más debajo
de su ubicación habitual. El único cambio que se había producido en la imagen fue
que el rostro sonriente de la virgen había cambiado por otro que expresaba angustia y
súplica. En ese momento el padre y los fieles comprendieron que también se debía sacar
en procesión a la virgen para la celebración de la Fiesta del Milagro.

Así, cada año, esta fiesta reúne a todo el pueblo de Salta que manifiesta su fe y renueva
su Pacto de Fidelidad con los santos patronos. Los festejos comienzan en agosto con
la visita de diferentes instituciones de la provincia a la Catedral, pero en el mes de
septiembre comienzan las caminatas de peregrinos de diferentes puntos del interior
de la provincia, que recorren kilómetros para llegar a visitar a los Santos Patronos.
Ya el 6 de septiembre comienza el rezo del novenario y comienza la cuenta regresiva
para la celebración central en las calles de la ciudad, que se desarrolla todos los 15 de
septiembre. Las Santas Imágenes recorren en procesión la ciudad, acompañadas de
cientos de peregrinos, en una de las fiestas populares más multitudinarias y tradicionales
de la Argentina. Los habitantes de diferentes sitios del interior de la provincia llegan a
pie en procesión desde sus lugares de origen, trayendo sus imágenes para participar.
Luego de la renovación del Pacto de Fidelidad, la Virgen y el Cristo regresan a la
Catedral y antes de entrar una lluvia de pétalos de claveles rojos, blancos y rosados cae
sobre ellos desde el campanario al compás del repique de campanas, mientras se ven los
miles de pañuelos blancos agitados por los fieles para despedir las imágenes.

Esta celebración es una de las más tradicionales y emblemáticas de la provincia, la
fiesta religiosa más importante de Salta y una de las manifestaciones de fe católica
más populares de Argentina. Los turistas que se encuentren allí en ese momento deben
sentirse realmente afortunados. Es un espectáculo único poder vivenciar semejante
acto de fe en el que los colores, los cánticos y la pasión de los peregrinos toman
protagonismo dentro del bello paisaje colonial y tradicional que aporta la Ciudad de Salta. La escena es realmente impactante cuando miles de personas (algunos años se
registran aproximadamente 400 mil peregrinos) caminan en procesión en el centro de la
pintoresca ciudad.

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